AUDIOTECA EN LÍNEA

miércoles, 6 de marzo de 2019

RIGHI, EL MINISTRO QUE CONDENO LA TORTURA Y EL ESPIONAJE POLICIAL | Por Miguel Bonasso.

Ha muerto Esteban Righi, que no solo fue un calificado jurista, un gran catedrático del Derecho y -en tiempos más recientes- un Procurador de firmes convicciones democráticas, sino el ministro del Interior que reunió públicamente a todos los jefes de la Policía Federal y les dijo "se acabó para siempre la tortura, quienes torturen serán castigados". Una definición de absoluta actualidad, que sitúa a este gran argentino en las antípodas de Macri y Patricia Bullrich, que han celebrado y premiado a policías, gendarmes y prefectos que asesinan por la espalda.


Ocurrió el 4 de junio de 1973: Righi, el más joven de los ministros de Cámpora, hizo sentar en el microcine del Departamento Central de Policía a todos los jefes, de riguroso uniforme y en un acto solemne, que apenas duró diez minutos, pero cuyos ecos resonaron durante décadas, les advirtió con firmeza: "Las reglas del juego han cambiado. Ningún atropello será consentido. Ninguna vejación a un ser humano quedará sin castigo".
Los policías, sorprendidos y en no pocos casos, rumiando la conspiración para sus adentros, escucharon categóricas definiciones: "El pueblo ya no es el enemigo, sino el gran protagonista".
Flanqueado por el Jefe de la Federal, el viejo general peronista Heraclio Ferrazano y por el subjefe, el democrático comisario Ricardo Vittani, el joven ministro le habló a todos los integrantes de la Repartición: desde el Jefe hasta el último agente:
"Existen todavía hábitos, reflejos, que inducen a actuar como si nada hubiera cambiado (...)
Dentro de la estructura de sometimiento que el pueblo padeció en los últimos años, las fuerzas policiales fueron puestas en un difícil papel (...) Encerrados dentro de las comisarías, y rodeados de vallas, fueron alejados del pueblo sin desearlo ni buscarlo (...) Es habitual llamar a los policías guardianes del orden. Así seguirá siendo. Pero lo que ha cambiado profundamente es el orden que guardan. Y en consecuencia la forma de hacerlo. Un orden injusto, un poder arbitrario impuesto por la violencia, se guarda con la misma violencia que lo originó. Un orden justo, respaldado por la voluntad masiva de la ciudadanía, se guarda con moderación y prudencia, con respeto y sensibilidad humanas".


Y para demostrar que no se quedaba en un mero discurso, Righi hizo destruir los tenebrosos archivos de la recién disuelta DIPA, la División policial que tenía "fichados" a todos los ciudadanos sospechosos, de subversivos, izquierdistas o simplemente peronistas. (Aunque obviamente los policías corruptos y fascistas que pronto servirían a López Rega, fotocopiaron aquellas fichas, el gesto tenía un gran significado moral y político).


No fueron gratis esas definiciones para el joven Righi, pronto lo perseguiría la calumnia, Al suceder a Cámpora, Perón lo cambiaría por Benito Llambí y, en el apogeo de la Triple A, debería marchar al exilio. En años recientes fue Procurador en los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner y produjo otro dictamen histórico: la negativa definitiva a que los hechos de violencia producidos por la guerrilla fueran considerados "crímenes de lesa humanidad", como los perpetrados por los militares en el terrorismo de Estado.


En lo estrictamente personal le debo sus aportes indispensables a mi libro "El Presidente que no fue" y el apoyo jurídico, prestado por su estudio, en la sucesión de mi madre.Muchas veces discutimos, muchas veces estuvimos en distintas veredas, pero siempre lo consideré un patriota y un auténtico demócrata.

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